Iglesia Románica

Iglesia de la Asunción de Duratón Iglesia de la Asunción de Duratón
Las gentes que a lo largo de los s. XII y XIII arribaron a este lugar, aprovecharían no sólo el material de las construcciones anteriores, sino sus lugares sagrados. Por ello levantaron la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción sobre una necrópolis visigoda del siglo VI con más de 600 tumbas, a su vez superpuesta a un poblado romano, denominado de "Los Mercados".
 
Es incuestionable que Nuestra Señora de la Asunción, que data de 1203, es uno de los ejemplos más espléndidos del románico rural segoviano. A mediados de los ochenta gozó de una esmerada restauración dirigida por el arquitecto Ramiro Moya.
 
En esta intervención se liberó a la maltrecha galería de los muros que cerraban sus arcos, se eliminó una sacristía y se limpió y montó de nuevo piedra a piedra, lo que permitió recuperar su esplendor original.
 
Exterior de la iglesia
 
De planta y estructura habitual, el templo de Duratón no es de grandes dimensiones, dieciocho metros de largo por nueve de ancho, pero destaca sobremanera el sentido unitario de la construcción y la elegancia de los volúmenes arquitectónicos y la delicadeza de su escultura.
 
La galería porticada tiene dos tramos de cuatro y seis arcos separados por el ingreso, con rica estructura de tres arquivoltas, la inferior polilobulada. Las columnas dobles que soportan los arcos presentan una serie de capiteles de magnífica factura, donde es reconocible la presencia de varios artistas.
 
El conjunto iconográfico es de una belleza singular. Parece que los autores quisieron simbolizar la lucha entre el mal que acucia al hombre y el bien que, a la postre, se impone. Entre los capiteles que representan lo primero, contamos con el capitel de machos cabríos rampantes y otro con la lucha entre un guerrero y un animal demoniaco. También magnífico es el de las maléficas ocho arpías de extraordinaria factura.
 
El canto a la esperanza vendría simbolizado por el capitel de magníficas aves de delicado plumaje picoteando racimos de uvas con evocaciones silenses y, sobre todo, las escenas neotestamentarias del Ciclo de la Navidad, algunas de clara influencia apócrifa. A saber, quedan talladas en la rosada piedra de Duratón las escenas de la Encarnación, la Visitación, el Nacimiento, la Adoración de los pastores y la Epifanía de los Reyes Magos. Probablemente el capitel del Nacimiento, por su ritmo, composición y expresividad, es la obra maestra de esta iglesia y motivo de primer nivel entre todos los de la provincia.
 
La exuberancia decorativa continúa en la cornisa de la galería con un amplio conjunto de canecillos y metopas que aluden a la forma de vida de la época: faenas agrícolas y ganaderas, actividades artesanas, cacerías, situaciones cotidianas, etc., de una sociedad austera y ligada a la tierra y a sus tradiciones.
 
Junto a estas plasmaciones cotidianas no faltan las de carácter simbólico, en este caso representadas por animales fabulosos del bestiario medieval: centauros, arpías, grifos, etc. Especial relevancia tiene la representación de un dromedario esculpido en una de las metopas y que podría ser obra, como otros elementos de la iglesia, de artífices mudéjares.
 
El estilo de la escultura de este pórtico de Duratón se va a perpetuar en numerosas iglesias de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda. Es por ello, y por su calidad, que se ha dado en llamar a este conjunto de artistas el nombre de Taller de Duratón.
 
Los cuatro capiteles de la portada meridional representan grifos, entrelazos, sirena con doble cola o cetrería. Otra puerta más pequeña y peor conservada hallamos en el hastial occidental, con capiteles gastados en los que se aprecian aves y arpías.
 
En la cabecera se sustituyen las columnas habituales por dos contrafuertes que a la altura de los cimacios de los ventanales disminuyen su espesor. Cada calle tiene un elegante ventanal.
Interior
 
En el interior, sorprende la belleza de la cabecera con una articulación mucho más compleja que la habitual. El arco triunfal es ligeramente apuntado y el presbiterio se cubre con bóveda de crucería sobre columnas, mientras que el ábside lo hace con bóveda de horno con nervaduras de refuerzo. Cada muro del presbiterio tiene un gran arco ciego sobre par de columnas. En el ábside, columnas que flanquean los tres ventanales reciben las nervaduras de la bóveda.
 
Esta estructura columnaria ofrece un repertorio escultórico amplio y variado, aunque el desgaste de la mayoría de los capiteles no permite una fácil identificación. Destacan los capiteles que representan a Susana y los viejos, Daniel entre leones, Sansón desquijando el león y la Epifanía.
 
Por la finura de sus tallas y el equilibrio de su arquitectura, este templo se erige en el mejor del grupo del Alto Duratón e hito inexcusable para el viajero que desee conocer el románico de Segovia.